jueves, 23 de octubre de 2014


TALAYOT DE TORELLO




Esta construcción arquitectónica es el Talayot de Torello, situado en Menorca. En el segundo mileno a.C., esta construcción está hecha en piedra. Tiene 24 m de diámetro y 10 m de altura.


Los Talayots son, sin lugar a dudas, los monumentos más emblemáticos de la antigüedad de las baleares, aunque su fama en Menorca se vea superada por las taulas y, quizás también, por las navetas de enterramiento. El gran número de ellos ha hecho que su nombre popular, "talayot", que es el aumentativo de atalaya, dé nombre a la cultura más monumental de las islas: "Cultura talayótica." Como la mayor parte de la perduración de esta cultura coincide ya con culturas históricas del mediterráneo, se considera esta cultura como encuadrada en la protohisotria, no en la prehistoria. Esto es porque, aunque en las islas no había escritura (no había "historia"), sí se tienen referencias escritas sobre ellas en las culturas clásicas.


Un Talayot es una construcción realizada en mampostería en seco (muro hecho con piedras de diferentes tamaños sin labrar amontonadas, con o sin argamasa, entre las que pueden quedar pequeños huecos) a partir de bloques cortados más o menos regularmente, en ocasiones retocados para que encajen entre sí y proporcionen mayor consistencia a la obra. Aparecen indistintamente aislados, en conjuntos, dentro de los poblados o formando parte de sus murallas. Su complejidad constructiva es grande y muchas sus posibilidades de variación. La estructura más corriente se corresponde con la planta circular o ligeramente oval, como en el caso de el de Torello, al igual que el de Sa Canova. Suelen estar levantados mediante hiladas bastante regulares de piedras bien cortadas que forman un muro de espesor variable, en el centro del cual se sitúa la habitación circular con un corredor de acceso al interior cubierto por losas. El espesor de los muros es variable, si bien en la mayoría de los casos oscila entre tres y cuatro metros. También varía el tamaño de la cámara central, aunque su diámetro rara vez baja de cinco metros o sobrepasa los seis, lo que proporciona un espacio interno útil en torno a los veinte metros cuadrados, incluyendo el destinado a la columna de sujeción del techado.


En general, puede decirse que la técnica constructiva empleada para cubrir estas torres es bastante rudimentaria, lo que contrasta con la capacidad de los baleares para levantarlas hasta una altura considerable o abrir en su interior cámaras y corredores.