viernes, 6 de marzo de 2015

El ayuntamiento de Sevilla.



El ayuntamiento de la ciudad, acordándose su construcción ante la Plaza de San Francisco (verdadera Plaza Mayor de Sevilla) y adosado por una de sus caras al convento del mismo nombre, que ocupaba el solar que ahora constituye la Plaza Nueva. El proyecto correspondió al arquitecto Diego de Riaño, quien además dirigió las obras entre los años 1527 y 1534, cuando murió, siendo sustituido por Juan Sánchez, que las remató entre 1535 y 1560. Ya en el siglo XIX (una vez derribado el convento aledaño) se produjo una ampliación cuyo resultado es la sede municipal que ahora podemos contemplar.
Si nos remitimos exclusivamente al conjunto construido en el siglo XVI, podemos afirmar que constituye una de las primeras edificaciones renacentistas levantadas en Andalucía y una clara muestra del estilo plateresco. Este primitivo ayuntamiento sevillano presenta una planta quebrada y quedaba organizado en dos alturas. A diferencia de lo que ahora sucede, la fachada principal estaba orientada a la Plaza de San Francisco y se dispone en cinco módulos separados por pilastras y columnas que en ambos casos muestran fustes con decoraciones de grutescos, motivos que se repiten también en jambas, entablamentos e incluso muros de la edificación. Hallamos además otros motivos decorativos, tales como medallones con personajes históricos e incluso hornacinas con esculturas con héroes tradicionalmente vinculados a las leyendas del origen de la ciudad (Hércules y Julio César, aunque ambos fueron añadidos en las reformas del siglo XIX). Para la labra de todo este repertorio escultórico se contó con un numeroso grupo de artistas y canteros.
Por lo demás, en un extremo de la fachada se encuentra el arquillo que franqueaba el paso al compás del citado convento franciscano. Ya en su interior, el edificio presenta como salas principales el Apeadero (de planta rectangular) en el que se combinan elementos góticos y renacentistas, la Sala de Fieles Ejecutores y la Sala Capitular, cubierta por una bóveda en cuyos casetones se esculpieron figuras de 36 reyes de España. Del citado Apeadero parte una amplia escalera que conduce a la planta superior y en la que se localiza una Sala Capitular Alta, cubierta con artesonado de casetones, junto a otras dependencias.
Todo el conjunto decorativo, tanto exterior como interior, pretendía organizarse sobre un doble discurso: de un lado, narrando la propia historia heroica de la ciudad, a través de algunos de sus personajes más célebres. De otro, tratando de mostrar a la propia sede del Concejo hispalense como un templo de la justicia y el buen gobierno. Y para eso construyeron aquel edificio que aún podemos admirar. Entonces, como ahora, el poder requiere siempre más espacios. Aunque hoy los demande cada vez con mayor voracidad.



La escuela de Atenas.


La pintura de Rafael alcanza un grado sublime en esta obra, posiblemente la más famosa
de su producción. Cuando el espectador contempla el fresco en la Estancia de la Signatura se introduce en el mundo clásico y aprecia el movimiento de los diversos personajes pintados por Sanzio, obteniendo un insuperable resultado. La Escuela de Atenas simboliza la Filosofía, situándose frente a la Disputa del Sacramento.El maestro ha introducido la escena en un templo de inspiración romana, posiblemente siguiendo los proyectos de Bramante para la basílica vaticana, enlazando con la idea del templo de la Filosofía evocado por Marsilio Ficino.
Las figuras se sitúan en un graderío, formando diversos grupos presididos por los dos grandes filósofos clásicos: Platón, levantando el dedo y sosteniendo el "Timeo", y Aristóteles, tendiendo su brazo hacia adelante con la palma de la mano vuelta hacia el suelo con su "Ética" sujeta en el otro brazo, representando las dos doctrinas filosóficas más importantes del mundo griego: el idealismo y el realismo. Ambos personajes dialogan y avanzan ante un grupo de figuras que forman un pasillo. A la izquierda encontramos a Sócrates conversando con un grupo de jóvenes; en primer plano aparece Zenón con un libro que sostiene un niño mientras lee Epicureo; sobre la escalinata se sitúa Heráclito, tomando la efigie de Miguel Ángel por modelo posiblemente como homenaje a la decoración de la Sixtina; Diógenes echado sobre las escaleras; a la derecha Euclides junto a sus discípulos midiendo con un compás; Zoroastro y Ptolomeo con la esfera celeste y el globo terráqueo respectivamente. En estas figuras se ha querido ver la representación de las disciplinas que componían el "Trivium" y "Quadrivium".




 En las paredes del templo contemplamos las estatuas de Apolo y Minerva así como las bóvedas de casetones y los espacios abiertos que dominan el edificio, creando un singular efecto de perspectiva. Vasari dijo refiriéndose a Rafael: "fue en la composición de las historias tan fácil y rápido que competía con la palabra escrita". Esta referencia es perfectamente aplicable a esta escena donde los gestos, las expresiones o los movimientos de las figuras están interpretados con sabiduría, creando un conjunto dotado de gracia y vitalidad.
LA PIEDAD DE MIGUEL ÁNGEL.



La Piedad del Vaticano, grupo escultórico realizado por Miguel Ängel Buonarroti entre 1498 y 1499 que se encuentra en la basílica de San Pedro del Vaticano. Se trata, por tanto, de una escultura del Renacimiento italiano, concretamente realizada a caballo entre el final del Quatrocentto y comienzos del Cincuententto. Realizada por encargo del cardenal francés Jean Bilhiéres de Lagraulas para su tumba.

 El tema representando es el de la Piedad, es decir, la Virgen María con el cuerpo de Cristo muerto en su regazo; tema que no tenía precedentes en la escultura italiana, pero que sí tenía una tradición en la religiosidad y  en la escultura gótica del norte de Europa.
Dentro de un esquema triangular aparece María con Cristo muerto en su regazo sobre un sudario. María presenta la pierna derecha elevada respecto a la izquierda lo que permite que el cuerpo de Cristo quede expuesto al espectador. Contrasta el cuerpo semidesnudo de Cristo de belleza clásica sin exageración en las formas y en el que el autor evita la sangre, con la túnica de María y el sudario donde reposa Cristo; cuyos abundantes y profundos pliegues crean unos efectos de claroscuro de gran belleza.
María muestra un rostro ovalado, bello y joven; demasiado joven le criticaron a a Miguel Ángel, pero con el que el autor dijo que quería representar la virginidad eterna de María. La belleza de María no es la belleza de la carne sino la del espíritu, belleza que no se marchita. Igualmente, Cristo parece dormir hundido en el regazo de la Madre, abrazado por los pliegues del sudario que parecen acogerlo; mostrándonos un cuerpo hermoso, de proporciones perfectas donde aún no están presente la musculatura exagerada propias del autor: Tan sólo las llagas de las manos y pies y la herida del costado nos recuerdan la Pasión, pero hay una ausencia total de sangre o heridas que afeen el cuerpo de Jesús. Ambos figuras, la de Jesús y María, son sendos ejemplos de búsqueda de la belleza neoplatónica, tan presente en el ideal humanístico.

Cabe destacar el dominio de la técnica escultórica de Miguel Ángel así como el extraordinario pulido de la Obra. La luz parece resbalar por el cuerpo de Cristo mientras que los abundantes y profundos pliegues del manto de la Virgen y del sudario crean un juego de luces y sombras que acentúan la belleza plástica de la escultura.

Sin duda nos encontramos ante no sólo una de las obras más hermosas de Miguel Ángel y de la escultura renacentista italiana, sino ante un icono de la religión católica. Todo en ella transmite sosiego, reposo y aceptación por parte de la Madre del destino redentor del Hijo entregado a la Humanidad en ese gesto del brazo izquierdo de María, para la salvación de la misma. A lo largo de su vida Miguel Ángel abordaría nuevamente el tema aunque con una sensibilidad tanto artística como religiosa diferente.


La Calumnia.




La Calumnia de Apeles o simplemente La Calumnia es la última obra mitológica realizada por el pintor renacentista Sandro Boticelli.

Boticelli (1445 – 1510) fue una de las figuras más relevantes del Quattrocento italiano, su estilo grácil y amable le sirvió para ganarse los favores de los más afamados mecenas florentinos.


En La calumnia de Apeles nos encontramos con una tabla de pequeñas dimensiones – apenas 90 cm de largo y 60 cm de altura- que fue realizada en torno a 1495 en temple sobre tabla.
En realidad, no son muchos los datos que tenemos sobre esta obra lo cual ha suscitado diversas versiones. La tabla sería una reinterpretación de la obra de La Calumnia del pintor clásico Apeles; según cuenta la leyenda, parece ser que Apeles podría haber pintado la obra como consecuencia de una acusaciones vertidas por un pintor rival quien aseguraba que el pintor clasicista había conspirado contra Ptolomeo IV. Otros historiadores piensan que la obra pudo venir motivada por ciertas habladurías que acusaban a Boticelli de mantener relaciones incestuosas con sus aprendices.


Así en la tabla del florentino encontramos dos partes bien diferenciadas: a la izquierda del cuadro aparece el rey -quizás Midas- con orejas de burro, él será el encargado se dictar la sentencia. Aparece flanqueado por dos figuras femeninas con los rostros distorsionados que le susurran maldades, la sospecha y la ignorancia.
Encabezando al grupo central encontramos una figura masculina, el rencor, que lleva de la mano a una joven, la calumnia. Ésta aparece ajena a todo el ajetreo de su alrededor y 
en la mano porta una antorcha que haría referencia a como la mentira se extiende con la misma facilidad que el humo.
En la derecha, una figura femenina y desnuda, que nos recuerda al Nacimiento de Venus, señalando al cielo donde realmente se hará justicia; es la verdad, y de ella emana una luz brillante que se extiende por toda la composición. A su lado aparece una anciana vestida de negro que se gira para mirar a la verdad, la penitencia.
La obra se desarrolla en el interior de una arquitectura de carácter clasicista muy decorada con relieves y esculturas.

En las obras de Botticelli se conjuga a la perfección la destreza técnica de su dibujo con un amable y grato colorido.



El David de Donatello.



Nos encontramos ante una obra escultorica, concretamente el David, por representar a este profeta del Antiguo testamento, y se trata de una escultura exenta realizada en bronce en 1444 por el escultor florentino Donatello .

 Estamos por lo tanto, ante una obra del Quatrocentto italiano.Donatello opta por representar el pasaje bíblico del enfrentamiento entre el joven David y el gigante soldado filisteo Goliat justo en el momento posterior a dicho enfrentamiento, cuando éste se ha saldado con la victoria en favor del joven.Éste aparece representado totalmente desnudo, a excepción de un sombrero toscano coronado con hojas de laurel y unas botas altas, portando con la mano derecha la espada con la que acaba de degollar a Goliat, cuya cabeza pisa con la pierna izquierda. El cuerpo de David aparece representado como el de un adolescente de anatomía blanda apenas desarrollada y adopta la postura clásica del contraposto apoyando el peso del cuerpo sobre la pierna derecha, cuya cadera sobresale recreando la curva praxiteliana. 

El David de Donatello, supuso la vuelta al desnudo como tema tras casi mil años de ausencia de éste de la historia del arte occidental. El tema bíblico del enfrentamiento del profeta David con Goliat se convierte en una simple excusa para representar el desnudo como hicieran los escultores clásicos. Así David aparece como si de Apolo se tratara y la influencia de Praxiteles es clara tanto en la pose de la escultura como en el modelado del cuerpo, de ambigua sexualidad.


Con la escultura del David, Donatello volvió a fijar su mirada en la escultura clásica griega retomando el tema del desnudo. Donatello rompía casi mil años de tradición artística y la escultura volvió a recuperar su lugar con independencia del marco arquitectónico al que había estado supeditado durante la Edad Media. Este tema será tratado por escultores renacentistas como Verrochio o Miguel Ángel, así como por escultores posteriores como el escultor barroco Bernini.
Santa Maria Novella.



La construcción de la iglesia de Santa Maria Novella fue muy prolongada. Los orígenes se remontan a un oratorio, dedicado a la Virgen, del siglo X que les fue concedido a los monjes dominicos cuando se instalaron en los arrabales de la ciudad. En el año 1246 los frailes dominicos Fra Sisto da Firenze y Fra Rostoro da Campi iniciaron la construcción de la iglesia, completándose el conjunto en 1360 cuando Fra Iacopo Talenti construye la sacristía y el campanille. Sin embargo, aún quedaba por finalizar la fachada, que ya se había iniciado en esta época. Será Leon Battista Alberti el arquitecto elegido por Giovanni Rucellai en 1456 para construir esta obra, una de las piezas clave del Renacimiento.En el exrerior se encuentra la fachada la cual presenta un cierto estilo clásico ya que ese frontón recuerda a un templo griego. La fachada presenta formas cuadradas. Algo innovador que presenta esta fachada de Alberti son los alerones albertianos o volutas. En el interior, el templo presenta una planta de cruz latina dividida en tres naves, separadas por pilastras que sostienen arcos ojivales, un característico estilo cisterciense en el que se destaca el espacio y la luz.
 Si la arquitectura de este centro religioso ya es por sí sola una parada obligatoria para el viajero, en su interior Santa Maria Novella contiene un buen puñado de obras de arte de primer nivel. 

En la derecha del crucero se encuentra la Capilla Rucellai, decorada con frescos del siglo XIV. La capilla del altar mayor es la famosa Capilla Tornabuoni, cuyos muros fueron decorados con frescos por Domenico Ghirlandaio sobre la vida de la Virgen y de san Juan Bautista, teniendo Miguel Ángel como ayudante. En el crucero de la izquierda se abre la Capilla Gondi, decorada con mármoles policromos por Giuliano da Sangallo, con un Crucifijo de madera realizado por Brunelleschi. La Capilla Strozzi fue pintada por Nardo di Cione y Andrea Orcagna. En la nave lateral izquierda se encuentra la obra maestra de la iglesia, un fresco sobre la Trinidad pintado por Masaccio